Mujer furiosa. La pintura de Germán Londoño

Germán Londoño surgió como un renovador del oficio artístico en Colombia, durante la segunda mitad del siglo XX. En sus grandes muestras en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y en el Museo de Antioquia, se constata la profunda y nítida intención de su pintura, escultura y dibujo. Toda su obra refleja unidad conceptual, sensatez y un dominio del quehacer sin paralelo en nuestro medio.

Su conquista sobre las técnicas surge de un oficio de autodidacta, que lo ha llevado a hacer y a destruir su obra hasta dominar el equilibrio y la armonía.

Desde sus primeras inquietudes, ha indagado en la regulación formal de los egipcios, para convertirse en una constante en su lenguaje. Los códigos mentales con significados precisos para quien los observa trascienden la obra al nivel de situación purificada. Londoño señala que “Busco, no la imitación de la realidad, sino otra realidad aparte y exacta. Tan monumental como rigurosa, tan desproporcionada como equilibrada. Un punto medio entre la carne dura y la piedra blanda, entre la flor y el puñal”.

Cada obra de Germán se inicia con un estudio detallado de imágenes y de bocetos. Luego, el trabajo riguroso sobre el plano le lleva a concluir la obra cuando encuentra que el cuadro se ha estabilizado y está en paz consigo mismo. Durante este proceso, va surgiendo una ilación entre la forma, la figura y la composición, como impulsos que fluyen de modo simultáneo en sus obras.

En Mujer furiosa encontramos simultáneamente el humor y nuestro espectro de la violencia.

La contundencia de su trabajo está fundamentada en el manejo de la figura: personajes abstractos, pero con peso figurativo. En este sentido, se trata de una pintura antirrealista, que es representación pura. De ahí, las figuras reforzadas, obligadas a responder al cuadro, no a las posturas naturales.

Respecto al color, Germán Londoño redescubre su carácter expansivo, el cual soporta su argumento y reta al espectador. Al igual que los grandes maestros, sabe que las obras se construyen con una adecuada modulación del color y se enriquecen con la creación de las texturas.

Desde sus primeras obras, se ha impuesto un ejercicio de grandes dimensiones, con formatos elegidos por intuición y sobre lienzos preparados personalmente, como un reto por dominar el cuadro desde su origen. El lenguaje personal, que dimana como un talento natural, lo ha reforzado con un reflexivo conocimiento del arte universal, de la representación egipcia, los moáis de la isla de Pascua o la cerámica Tumaco.

Cada obra de Germán se inicia con un estudio detallado de imágenes y de bocetos. Durante este proceso, va surgiendo una ilación entre la forma, la figura y la composición, como impulsos que fluyen de modo simultáneo en sus obras.

 

Germán Londoño

Nació en Medellín en 1961. Inició sus estudios de arte en la escuela de Libe de Zulateguí (Italia). Estudió luego en la Escuela Internacional de Artes Gráficas Il bisonte en Florencia. Empezó a exponer individualmente en la galería “Partes” en Medellín en 1978 y luego en la Galería “La Oficina” en 1989. Realizó grandes exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y en el Museo de Antioquia. Ha expuesto también en Italia, Estados Unidos, Francia y Venezuela.

  • Autor: Germán Londoño
  • Título: Mujer furiosa
  • Fecha: 1989
  • Técnica: óleo sobre lienzo
  • Ubicación: Casa de Gobierno Ingresó a la colección en 2016

Obra Mujer furiosa

Mujer furiosa tiene la potencia de una obra formativa de Germán Londoño. Hizo parte de una de sus exposiciones emblemáticas en la Galería La Oficina (1989), respecto a la cual Alberto Sierra1 se refirió como una muestra de “La obra más vital y expresiva realizada por Germán Londoño en toda su carrera”.

Así como en el Botero de los años 60 se encuentra ya el manifiesto de la monumentalidad, con un despliegue y color insuperables, en esta obra de Londoño descubrimos ya un culmen en su figuración del estudio compositivo, la solución colorística y el apoyo sobre la textura.

En la estudiada composición se transluce un profundo estudio geométrico. Se aprecia que “Lo suyo es construir y deconstruir rompiendo planos y haciendo girar las superficies hasta lograr extrañas presencias saturadas de misterio”.

El dominio de la materia está reflejado en el proceso de saturación del óleo, del cual resulta una superficie texturada que se soporta a sí misma. La estudiada gama de colores le sirve para brindar el banquete visual, imprescindible para él en toda pintura. “Es fundamental que un cuadro te sacuda y te estimule desde el punto de vista retinal”.

La certeza en el manejo del color, así como el tratamiento plástico de la superficie, permitiría descomponer la obra en pequeños fragmentos que, en cada combinación, adquieren una potente autonomía.

Desde las obras de esa época, sus temas reflejan inquietudes y fantasmas muy locales. En Mujer furiosa encontramos simultáneamente el humor y nuestro espectro de la violencia.

La obra fue donada por una persona que la adquirió en la exposición en la Galería la Oficina en 1989 y quien, en 2016, la cedió para la colección de la Universidad.