El COVID-19 y su impulso al “reshoring"

Por Luis Fernando Silva Mateus, director de programa en el Área Logística y de Operaciones en el Instituto Forum.

E l tiempo es implacable. En la fecha de esta publicación ya habrá pasado un poco más de un año y cuatro meses del primer caso confirmado de COVID-19 en el mundo. Hoy, aún convivimos con los efectos de esta pandemia. Nuestros hábitos de consumo, desplazamientos, prioridades y, en general, todas las actividades conocidas como “normales” son escenarios cada vez más distantes. Por ello, es determinante reconocer que muchos de estos cambios serán parte de nuestras vidas. Sin embargo, más allá de los efectos en la vida cotidiana, vale la pena estudiar los impactos en uno de los motores de crecimiento económico y de intercambio cultural más grande que el mundo haya conocido después de la ruta de la seda: la globalización.

La globalización prometía garantizar “estabilidad” para fabricar bienes a gran escala, al menor precio y con la mayor calidad posible; todo sin las limitaciones propias ni del país de origen de la marca ni de su mercado final. Compañías europeas y estadounidenses dueñas de las grandes marcas de productos de consumo masivo son el mejor ejemplo del aprovechamiento de las ventajas y de los beneficios de la globalización. Estas movieron con premura sus plantas de producción a los países asiáticos, principalmente a China y a otros como India o Vietnam, en donde se produce masivamente en los sectores de la tecnología (Apple), ropa y calzado deportivo (Nike), moda (H&M) y juguetes (Mattel), entre otros. Sin embargo, los tiempos y las circunstancias cambian.

Desde hace algunos años, varios acontecimientos, como el Brexit, las guerras comerciales (China y Estados Unidos), los conflictos geopolíticos, el cambio climático y la nueva conciencia del consumidor frente a la sostenibilidad, han materializado los riesgos de la globalización y la fragilidad de las cadenas de abastecimiento y de producción globalizadas. La pandemia aceleró los procesos de relocalización (reshoring). Las primeras en iniciarlos fueron sobre todo las empresas de los Estados Unidos, motivadas también por la actual guerra comercial con China. En ese sentido, el Bank of America Global Research calcula que un 83 % de las empresas de ese país tiene planes de relocalización, un fenómeno que no es exclusivo, pues en los últimos tres años, 208 compañías han procedido de manera muy semejante en la Unión Europea.

 El “reshoring” ofrece a las compañías mayor flexibilidad, control y respuesta rápida ante las cambiantes tendencias y necesidades de los consumidores. En costos operacionales, la implantación de automatización y robotización de la producción compite con los costos de mano de obra que ofrecen algunos países.

Las empresas en Colombia deben dar un paso adelante e invertir mucho más en la modernización de sus operaciones productivas y logísticas. La grandes marcas y compañías están buscando nuevos países y mercados para manufacturar sus productos. La modernización logística y manufacturera de las compañías es el gran giro estratégico para sacar el mayor provecho del “reshoring”.