La virtud como ciencia para las situaciones fortuitas

Por María Camila Gallego. Profesora de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas

En todas las culturas existe la idea de que hay hechos y circunstancias que suceden por intervención de una fuerza superior o por azar. En estos días, es posible pensar que el virus es producto de algo similar. En la Grecia Antigua, antes de la aparición de la filosofía, se pensaba que existía una fuerza divina que controlaba aquello que no podía explicarse ni por naturaleza ni por la intervención de algún otro dios. A esta fuerza la llamaron “Fortuna”.

Sin embargo, con la aparición de la filosofía esta concepción cambió. La “Fortuna” ya no es una diosa, sino que pasa a ser aquello que les sucede a los hombres sin ser efecto de su propio actuar. No hay nadie a quien culpar; simplemente a los hombres nos suceden cosas que no están bajo nuestro control. Pero entonces surge una gran preocupación: ¿cómo podemos tener una vida buena si nuestra naturaleza humana se ve acechada constantemente por la fortuna y si hay tantas cosas por fuera de nuestro control?

Platón responde a esta pregunta en su diálogo Protágoras. Allí, los personajes principales son el sofista Protágoras y el filósofo Sócrates. La discusión gira en torno a la búsqueda de una ciencia que nos permita dominar lo que viene por fortuna. Tenemos ciencias para afrontar las deficiencias de nuestra naturaleza: hemos construido casas para protegernos, hemos desarrollado la medicina para enfrentar las enfermedades, etc. Sin embargo, estas ciencias no son suficientes para llevar a cabo una vida buena.

 Cuando llega una situación fortuita, en la cual nuestra actuación no ha sido causa de esta, entonces, según Platón, nuestra alma puede sufrir porque nos hemos apegado a objetos que cambian y no perduran, o porque hemos querido obtener múltiples cosas buenas pero que chocan entre ellas, o porque no hemos sabido controlar nuestras pasiones y deseos. Todo esto impide que podamos seguir llevando una vida buena en medio de esas situaciones fortuitas.

La solución está en formar nuestro carácter, en llevar una vida virtuosa. Por tanto, esa ciencia que nos permite dominar la fortuna es la ciencia de la virtud. Martha Nussbaum, en su libro La Fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, comenta al respecto: “Por lo general, a la persona que vive según [esta ciencia], las experiencias nuevas no la cogen por sorpresa o sin recursos”.

Y esto es porque la persona virtuosa no se apega a cosas que son efímeras, sabe valorar y perseguir lo que le hace bien, y no se deja llevar por sus pasiones. Por eso, cuando llega una situación de este estilo, su alma está preparada para afrontarla.