Atan solo seis días de haber iniciado el año 2021, el Capitolio de Estados Unidos fue el escenario de una toma por parte de simpatizantes de Donald Trump, con el objetivo de impedir la certificación de Joe Biden en su condición de nuevo presidente de ese país. El hecho produjo innumerables reacciones políticas en todo el mundo, cinco fallecidos y más de 50 detenidos. Luego del motín, Trump elogió las acciones de los manifestantes, mientras que Twitter y Facebook decidieron suspender temporalmente sus cuentas y eliminar sus contenidos alusivos.

Las redes sociales se han convertido en el ágora, el espacio donde la información y la discusión son públicas, pero las plataformas donde se alojan pertenecen a los privados. Esto constituye un peligro para la democracia

El bloqueo de las plataformas al político y a varios miles de simpatizantes abrió la polémica sobre la libertad de expresión en los espacios digitales: “En un principio, las plataformas cumplieron sus políticas internas, al identificar discursos de odio a través de sus algoritmos y proceder a los bloqueos del caso. Sin embargo, la discusión real es que en las redes sociales hay un desplazamiento de los entes de control político. El gran problema radica en que los empresarios de estas plataformas ajusten sus bots y sistemas, para que ciertas publicaciones de ciertos políticos sean anuladas o canceladas. Tenemos una libertad de expresión que realmente está controlada por la inteligencia artificial que, a su vez, es programada por personas. Esto es grave”, aseguró Julián Penagos, profesor del Departamento de Comunicación Pública de la Facultad de Comunicación.

Implicaciones mayores y peligrosas tendría el bloqueo de las plataformas para impedirles a ciertos personajes políticos que se pronuncien. Según el profesor Juan Carlos Gómez Giraldo, del mismo Departamento de la Facultad de Comunicación, “Las redes sociales se han convertido en el ágora, el espacio donde la información y la discusión son públicas, pero las plataformas donde se alojan pertenecen a los privados. Esto constituye un peligro para la democracia, porque hay un control desmedido, se manipula; con eso, puede llegarse a gobernar la sociedad. Ellos conocen nuestros gustos, sentimientos, emociones, necesidades; tienen el poder del control”, aseguró el experto.

Ante la privatización digital de los escenarios donde se discute lo público, ¿quién pone las reglas?, ¿con qué garantías? Según Julián Penagos, la respuesta está en el usuario: “Las personas deben tener la capacidad de identificar discursos de odio, ignorarlos y ser indiferentes a los mensajes, sin replicarlos. Por otro lado, los políticos también tienen una gran responsabilidad en actuar con ética, ni incitar a la violencia ni promover noticias falsas”, dice el profesor.

Juan Carlos Gómez agregó a la reflexión que los Estados están llamados a consolidar y a utilizar medios y formatos alternativos para comunicar sus decisiones de gobierno, sin la necesidad de acudir a uno privado.