El resplandor del miedo y el ocaso de la esperanza

Por David Girado Sierra, profesor de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas

Maquiavelo solía decir que en la política es más útil el miedo que la confianza, dado que, una vez que esta turbación paralizante invade, es más fácil ejercer el dominio. Esta postura maquiavélica parece ser el credo del actual panorama político, en el que la propaganda tiene como fin “aterrar” al ciudadano del común, es decir, hacerle sentir sin tierra firme donde arraigar la esperanza. En parte es nuestra culpa, pues nos hemos acostumbrado a ver las campañas políticas como grandes fábricas de discursos que activan y vehiculan emociones, construyendo para nosotros los objetos del miedo y el odio, y las razones por las cuales sentir lo uno o lo otro. En otras palabras, quienes aspiran al liderazgo, día a día nos refuerzan la idea de que la realidad se ha convertido en una fábula y que gana quien mejor la tergiverse; tal vez por esta razón la palabra que vuelve a ponerse de moda es “posverdad”.

Las estrategias a las que se recurren van desde crear y exagerar enemigos o fantasmas hasta despertar la ilusión mesiánica de un pueblo estructuralmente devastado. Las maquinarias de propaganda política parecen seguir al pie de la letra el viejo principio de orquestación de Goebbels: “Repite unas cuantas ideas incansablemente, desde distintas perspectivas; porque si una mentira se repite suficientemente, termina siendo aceptada como verdad”.

Asimismo, la idea de manipular las emociones para conseguir objetivos se ha vuelto recurrente; parece que el consejo de Aristóteles en La Retórica toma cada vez más forma: es preciso usar el discurso para incentivar la pasión y no la razón.

Sin embargo, los ciudadanos queremos dejar de sentirnos presas de esta burda manipulación emocional, es decir, de las trampas del miedo y la proliferación de odios.Queremos dejar de ver a nuestros futuros líderes como fabricantes de estereotipos o narrativas que reducen infantilmente la realidad y nos hacen ver como idiotas útiles. Queremos ver campañas que no hagan resplandecer el miedo y el odio de clases, sino que sean auténticas promotoras de la esperanza. Hágannos volver a creer que la política nace de un deseo de cuidar de los otros. Inspírennos a ser idealistas y a confiar en la nobleza del servicio. Invítennos a soñar e ilusionarnos con nuestro presente y nuestro futuro. Que resplandezca la esperanza y se disipen el odio y el miedo.