¿Vivimos en un periodo de populismo?

Las democracias viven más cuando las constituciones se refuerzan con normas de tolerancia mutua.

El 1.º de enero del 2019, Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil. Un mes antes, Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de México. Dos países separados por 6.928 kilómetros, pero, aparentemente, unidos por un mismo fenómeno: el populismo.

Samuel Issacharoff, abogado de la Universidad de Yale y profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Nueva York, explicó durante su conferencia “El derecho constitucional comparado y el poder de las cortes constitucionales como instrumento para luchar contra gobiernos autoritarios” que vivimos en un período de populismo político, entendiendo el término como la elección de un representante que, apelando a las emociones, al discurso antielitista y buscando, aparentemente hacer feliz al pueblo, se limita a presentar “soluciones” a corto plazo que carecen de un alcance integrador en el que impere un sentido amplio de bien común.

El profesor planteó cinco propuestas que buscan responder ¿por qué el populismo no garantiza la democracia?:

1. En la democracia deben tenerse en cuenta dos elementos:

  • Un poco de optimismo frente a que la sociedad va a ir avanzando a través de los procesos electorales, los cuales permiten una reorganización y reestructuración del Estado. Si el gobierno no resulta adecuado, dichos procesos brindarán la opción de reasumir, organizar y renovar el poder, de acuerdo con un nuevo dirigente.
  • La importancia de la oposición como herramienta para mantener los límites correctos de la democracia, dado que esta permite elegir mandatarios con propuestas diferentes, lo cual evita que se perpetúe una sola postura política en el poder.

2. La democracia necesita la división de poderes. Se debe contar con instituciones sólidas del Estado para mantener la integridad del proceso político; así, quien pierda hoy, tal vez pueda ganar mañana. Sin embargo, esto solo pasa en un mundo ideal, puesto que hoy en día impera un populismo que no trabaja en torno al desarrollo y fortalecimiento de las instituciones, sino que, por el contrario, se enfoca en la figura caudillista de una persona como símbolo del pueblo.

3. Deben existir organizaciones intermediarias. Esto se traduce en instituciones independientes, por ejemplo, los medios de comunicación, las universidades y los grupos de la sociedad civil. Así, se crea un poder “suave” de oposición al gobierno populista.

4. Uno de los elementos de un gobierno democrático es la transparencia. A pesar de que el gobierno tiene que informar sobre lo que está sucediendo, no es posible publicarlo todo por razones de prudencia. No obstante, en los gobiernos populistas aprovechan esto como excusa para ocultar actos de corrupción.

5. Las democracias viven más cuando las constituciones se refuerzan con normas de tolerancia mutua. Hay que aceptar como legítima la oposición y las críticas al poder ejecutivo para evitar que todo el poder del gobierno central se use contra la oposición para mantenerse deliberadamente en el poder.

Debates como el sostenido en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas con el profesor Issacharoff, contribuyen a mantener una activa reflexión sobre el futuro político de Colombia y la región