Por qué acoger a un doctor en la empresa

Ángela Preciado Hoyos , profesora e investigadora, Facultad de Comunicación Universidad de La Sabana.

 

Columnista Angela Preciado hoyos, profesora e investigadora Facultad de Comunicacion unisabana

Tener a los mejores estudiantes formándose como doctores provee una fuente de ventaja competitiva a las universidades, pero sobre todo al desarrollo científico, social y económico del país. Esto es así porque un doctor es una persona que ha desarrollado su cerebro analítico para generar nuevos conocimientos, lo cual se traduce en hacer las preguntas correctas cuando se enfrenta a un problema, proponer y aplicar una metodología para resolverlo, convertir el conocimiento teórico en práctico, de manera que aporta su saber pensar, además de su saber hacer, a la sociedad. Ello lo consigue mediante su capacidad para transferir la ciencia a otros, una serie de competencias que, sin lugar a dudas, tiene cabida en numerosos escenarios.

La educación doctoral y los doctores son agentes importantes de la economía basada en el conocimiento, razón por la cual el incremento en la formación doctoral en el país puede tener una incidencia positiva en los procesos de innovación, sin importar el sector de la organización de la que se trate.

En un estudio publicado por Lukas Baschung en 2016 en el European Journal of Education sobre las características de las nuevas prácticas en la educación doctoral, se señala que los tres roles del estudiante que se encuentra en este nivel de estudios, son producir conocimiento, transferirlo a la industria y mantener los lazos entre universidad y empresa. Pero el estudiante no lo consigue solo, por él mismo, por mucho que lo quiera. Alcanzarlo requiere, además, de la voluntad de los demás actores.

La universidad lo hace de por sí, porque es la que alberga y acompaña al estudiante en el proceso. En cuanto a las empresas, algunas han entendido que el conocimiento hace parte del capital intelectual que circunda su actividad. Con el fortalecimiento de prácticas de innovación muchas de ellas son, en sí mismas, hacedoras de conocimiento, pues a lo largo de los años han ido generando un saber hacer o han invertido recursos significativos en laboratorios propios de I+D+i.

En el siglo XXI, con el advenimiento de prácticas de innovación abierta y colaborativa, han empezado a apoyarse más en universidades y centros de investigación para desarrollar y experimentar con ideas que sirvan para mejorar el negocio, crear nuevas líneas de productos y servicios o financiar la creación de nuevas empresas, tipo spin-off, procesos en los que pueden participar doctores graduados o en formación.

Para que el doctor sea acogido en el mundo de las empresas, los programas de doctorado deben formar en competencias que permitan sacar el conocimiento del ámbito meramente académico y desarrollar la capacidad de los estudiantes para hacer que ese conocimiento sea útil en la vida cotidiana.

Una manera de conseguirlo es incluir el trabajo del estudiante en procesos de investigación que se vienen desarrollando al interior de grupos adscritos a universidades o de centros de investigación que tienen una trayectoria reconocida y que tienen acuerdos con el sector productivo o de servicios. De esa manera articula su trabajo, que gira en torno de una temática puntual, a investigaciones que abarcan preocupaciones más amplias. En este contexto tiene sentido la formación basada en una “supervisión múltiple” del trabajo de investigación, que se materializa en el acompañamiento de otros miembros de la comunidad académica de la que pueden hacer parte académicos, además de grupos de expertos que provienen de otros estamentos de la sociedad.

 

Así como en la universidad se inserta en un equipo, el doctorando también opera como parte de una organización cuando trabaja en la industria. Allí no tiene por qué ser visto como “un bicho raro”. Para el doctor, terminar la tesis es una condición para aportar innovación al país, pero no la única. Se requiere que la investigación sea vista como una función estratégica en la sociedad, lo que incluye, además de la universidad, al mundo de la empresa.