Por estos días, hemos escuchado en repetidas ocasiones aquel verbo que hasta hace poco no era familiar para muchos de nosotros: reinventar. Durante este último año, hemos reinventado las rutinas diarias, la manera de estudiar, la forma de hacer deporte; nos hemos reinventado como profesionales; también reinventamos las celebraciones familiares, las visitas y las reuniones con amigos. La reinvención llegó a todos los rincones de nuestras vidas.

En el contexto universitario, por ejemplo, la reinvención ha involucrado a todos los actores del proceso educativo: (1) a los profesores, los encargados de entregar las clases, quienes se han involucrado hasta lograr el dominio de las tecnologías de información y comunicación, para convertir su sesión en un espacio interactivo, físico o virtual, que promueva el aprendizaje colaborativo; (2) a los estudiantes, quienes deberán estar cada vez más dispuestos a adaptarse rápidamente a las nuevas realidades, con capacidad de ser resilientes con mayor velocidad y fortaleza, y comprender que prima el bien común sobre el bienestar particular; (3) a los colaboradores [empleados], quienes prestan diferentes servicios y deberán pensar en reinventar nuevos esquemas para prestar un servicio eficiente, pero especialmente cercano a los estudiantes y profesores, de manera que la distancia no sea un inconveniente para encontrar lo que necesitan, de manera oportuna y clara; (4) a los directivos, que deberán procurar una postura de indagación, intentar ver más allá de la evidencia, generando espacios de comunicación abierta y transparente, con una escucha asertiva (escuchando en estéreo), pero sobre todo con claridad en sus planteamientos y posturas, por complicado que sea el tema. 

“Ahora, más que nunca, necesitamos líderes inspiradores que motiven a superar las dificultades, con calma e inteligencia, y que lleven a cada persona a dar lo mejor de sí misma por los demás.”

Ahora, más que nunca, necesitamos líderes inspiradores que motiven a superar las dificultades, con calma e inteligencia, y que lleven a cada persona a dar lo mejor de sí misma por los demás. Para que todo esto funcione de una manera efectiva, es necesario que los líderes en las organizaciones asuman rápidamente esa nueva mentalidad o mindset, definida como “la mentalidad de lo posible, la mentalidad de creer que se puede mejorar”, según Carol Dweck, renombrada psicóloga de Stanford; o como diría Diego Torres: “Saber que se puede, creer que se pueda”. En el contexto organizacional, ante la acelerada transformación digital que trajo consigo

la pandemia, debe ponerse al talento humano como eje de las innovaciones digitales, tecnológicas y de los procesos al interior de las organizaciones.

Más allá de los cambios tecnológicos, el principal reto organizacional está en entender qué está pasando con el talento humano, cuáles son sus deseos, y encaminar acciones para retenerlo. “El mindset debe ser totalmente nuevo. Salimos del modelo de negocio tradicional al modelo de negocio digital para generar valor. Ahora debe existir un enfoque diferente”, como se consignó en el más reciente panel “New Mindset, New Leadership”, realizado por KPMG.

En este mismo evento, Andrés Uribe, director de KPMG Colombia, indicó en el Eje Cafetero que las compañías —durante el último año— realizaron “malabares” para sobrevivir y, en ese papel, fueron esenciales dos grandes jugadores: el primero fue el talento humano, el cual dio un 100 % para cumplir las metas y apoyar a las organizaciones en esa misión, en la que las personas resultan ser la clave para enfrentar cualquier crisis. Esta se sumó a la segunda, la transformación digital, y aparece entonces una mezcla de reinvención + digitalización + resiliencia. Esto permitió que se pudieran hacer cosas “inverosímiles” ante la nueva realidad. Ahora el reto es crear entornos que fortalezcan la cultura organizacional, para permitir que los grandes cambios que hayan traído beneficios, para las organizaciones y las personas, hayan llegado para quedarse.

La nueva mentalidad hace que muchas organizaciones consideren esta coyuntura como el momento ideal para realizar cambios estratégicos en sus prioridades y en la forma como tradicionalmente se ha venido trabajando, empezando, obviamente, por la fuerza que ha tomado el trabajo en casa y el teletrabajo, así como las dinámicas de interacción entre los grupos de trabajo y el relacionamiento. En este enfoque, es fundamental que se tenga a las personas en el centro de la estrategia y se les dé prioridad, porque las empresas se transformaron y los nuevos procesos son posibles gracias a los colaboradores [empleados].

Por otra parte, la nueva mentalidad también deberá considerar cómo se involucra y evidencia un enfoque en los asuntos ambientales, sociales y de gobernanza, resignificando el concepto de la generación de valor, no solo financiero, sino también social y ambiental. En el panel ya mencionado, se resalta la gestión transparente en asuntos como el talento humano, la equidad de género y la diversidad, así como las acciones que incorporen en torno a la responsabilidad ambiental y el cambio climático.

Sin duda, estos nuevos escenarios exigen de los líderes un compromiso permanente con la educación, para mantenerse a la vanguardia de las últimas tendencias, que alimenten su conocimiento y les proporcionen la información y la sabiduría para mantenerlos alerta, y para servir mejor a los demás. Todo ello permitirá asegurar que su liderazgo nunca pierda su impacto, influencia y vigencia para estos tiempos de cambio.