Los niños nacidos en la guerra, una problemática interdisciplinar

En al menos 13 países del mundo, incluidos Francia, Ruanda, Uganda, Nigeria y, por supuesto, Colombia, nacen o nacieron niños en la guerra. Esta problemática, desde la Segunda Guerra Mundial, afecta a un número considerable de personas.

Por eso, las profesoras Juana Acosta, Ana María Idárraga, Cindy Espitia y el profesor José Miguel Rueda, de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, llevaron a cabo una investigación cuyo objetivo principal consistía en “Caracterizar la problemática –sus diferentes manifestaciones y los efectos que genera en los niños y en la estructura familiar– y sistematizar la información a este respecto que, además de escasa, resulta muy dispersa. Además, desde las líneas de Persona y Familia y Paz y Justicia Transicional de la Clínica Jurídica, se halló un proceso de investigación para buscar soluciones y acercamientos jurídicos, a fin de abordar de mejor forma el fenómeno en Colombia, pero también con una cobertura más global”, explica la profesora Idárraga.

En la búsqueda de información y análisis, se identificaron por lo menos cuatro diferentes escenarios en los cuales ocurre este fenómeno:

1. Los padres son excombatientes y los niños son separados de ellos, voluntaria o forzadamente, para que continúen con sus actividades de combate.

2. En el territorio extranjero donde se libran las hostilidades se quedan los hijos de los combatientes, porque sus padres son considerados enemigos en el conflicto armado (en este escenario, se incluyen los hijos de cascos azules de las Naciones Unidas).

3.Los niños que nacieron luego de las relaciones que involucraron violencia sexual, dentro o fuera de las filas de los grupos armados.

4. Por último, los hijos de los niños soldados (de niños reclutados por grupos armados).

En algunos casos, estos escenarios se entrecruzan.

De acuerdo con los investigadores, se identificó que es un problema con grandes impactos y que presenta ciertas particularidades en el conflicto armado colombiano. Todo ello debe ser analizado y explorado para garantizar y proteger los derechos de los niños. “Así, un problema de estas dimensiones requiere una mayor investigación de la academia; por eso, consideramos que, como parte de la Universidad de La Sabana y como Clínica Jurídica que busca aportar en la construcción de soluciones sobre problemas estructurales, podemos aportar a la discusión desde una posición informada. Este es un problema que ha afectado y sigue afectando a muchos niños en el mundo”, aseguró la profesora Cindy Espitia.

Teniendo en cuenta la dimensión nacional y global del fenómeno, hasta el momento, en la Clínica Jurídica, se han identificado grandes aportes con esas dos líneas de acción:

1. En primer lugar, en el plano nacional, consideran esencial avanzar en el reconocimiento social de esta situación como una problemática que merece atención inmediata, interdisciplinaria y especializada y, una vez efectuado esto, se llama a la consolidación de verdaderos escenarios de articulación interinstitucional en los que exista convergencia.

2. En segundo lugar, aunque fuera del país se ha abordado este problema, se ha concentrado solamente en los escenarios en los que ha ocurrido violencia sexual en la concepción de los niños; así mismo, existe poca articulación de los organismos internacionales, los Estados y la sociedad civil para abordar el problema. Por lo tanto, debe avanzarse para que el problema se reconozca en todo el mundo, abordándolo desde una perspectiva integral y articulada. “En ese sentido, estamos buscando escenarios en los que, desde la academia, pueda posicionarse esta visión del problema de los niños nacidos en la guerra”, sugieren los investigadores.

Sin duda, este es un problema que no se agota en el derecho internacional, y requerirá de una visión nacional, pero también interdisciplinar. No obstante, los investigadores confían en que el derecho internacional es una herramienta para promover respuestas justas, desde una perspectiva global o regional. Por lo tanto, se encuentran investigando cómo (desde los órganos internacionales) las organizaciones y tribunales internacionales pueden avanzar para reconocer los derechos de los niños y de los padres involucrados en este problema.

En esta iniciativa de investigación, participaron algunos estudiantes de la Maestría en Derecho Internacional, y profesores y estudiantes de la Clínica Jurídica y del Instituto de La Familia de la Universidad, en el Advocacy Workshop 2020 sobre problemáticas familiares.

“En este Workshop, debimos preparar un borrador de pronunciamiento ante el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Mientras tanto, identificamos que una de las funciones de Unicef es promover el desarrollo infantil y, por supuesto, esta es una problemática que afecta el desarrollo de los niños en el mundo. Por tanto, este Fondo puede ser un aliado estratégico en nuestro objetivo de posicionar el tema, con el propósito de que se documente en mejor medida y se dé una respuesta articulada, que incluya a la comunidad internacional”, concluye la profesora Ana Idárraga.

1. Es un problema global: afecta a los niños en Colombia y en el mundo. Sin duda, esta dimensión global requiere una respuesta internacional que se articule con las eventuales respuestas en los planos nacionales.

2. Afecta los derechos de los niños y de los padres: uno de los hallazgos más significativos es que, tanto en el derecho internacional de los derechos humanos como en el derecho internacional humanitario, existen dos principios que enmarcan el fenómeno de los niños nacidos en la guerra: (i) el interés superior del menor y (ii) el derecho a la unidad familiar. Desde este referente, en estos escenarios de conflicto armado, es complejo garantizar los derechos de los niños y, a la vez, mantener a la familia unida. Sin embargo, el principio de unidad familiar busca precisamente garantizar los derechos de los niños. Por tanto, la separación de los niños de sus padres termina por afectarlos a ambos: el derecho a la unidad familiar y el interés superior del menor.

No obstante, es indudable que la vida de los menores dentro de los grupos armados tampoco es deseable. En ese sentido, será trascendental identificar unas posibles respuestas creativas. Si es inevitable la separación de los menores, que esta sea transitoria y acorde con el debido proceso, y que se proceda como fruto de la articulación de muchos actores.

3. Falta vincular a la problemática a los actores armados no estatales: pese a que se encontraron literatura y algunos pronunciamientos de ciertos organismos internacionales, no hay esfuerzos concretos por vincular a los actores armados, especialmente los no estatales, sobre la importancia y los impactos de este fenómeno. Esto contrasta con que, en algunas de las experiencias consultadas, como la colombiana, los actores armados no estatales cumplen un papel fundamental, porque es dentro de sus filas donde se separan los hijos de los padres. Por tanto, será fundamental que, a partir del derecho internacional humanitario y de las entidades que cuentan con la capacidad de interacción con los actores armados, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, se avance en las investigaciones y los mecanismos de sensibilización de estas organizaciones armadas.

4. Se requiere mayor documentación: otra de las conclusiones es que se requiere una mayor investigación y una documentación más amplia de la problemática, de sus causas y sus impactos. En este punto, será fundamental el papel de la academia, que desde una perspectiva investigativa puede nutrir de insumos las discusiones sobre las posibles soluciones y necesidades acerca de los niños nacidos en la guerra.

5. Es necesaria una respuesta articulada: de las conclusiones antes descritas, se evidencia que el problema es tan amplio y complejo que requiere respuestas articuladas. Así, requerirá de la participación de organismos internacionales, pero también de los Estados y de las comunidades, porque, aunque es un fenómeno global, en cada caso se presenta un contexto diferente, que requiere examinar las particularidades culturales, geográficas, institucionales, y las propias de cada conflicto armado. Y, por supuesto, como se dijo antes, debe incluirse a los actores armados para que la respuesta efectivamente se implemente.