Las caminatas y la bicicleta

El escenario de la movilidad para la desescalada del COVID-19

Hoy, la intención es organizar la vida de tal forma que el motor económico siga funcionando, pero garantizando que se minimice el riesgo de contagio.

Los sistemas de transporte público funcionan bajo el principio de la economía de escala, en el que el objetivo es una razonable capacidad de personas en los buses o metros. Sin embargo, los expertos en la transmisión del COVID-19 han señalado que una forma de contener la propagación del virus es precisamente el distanciamiento social, el evitar las aglomeraciones. Esta realidad pone en jaque a los sistemas de transporte público masivo.

Por el momento, la intención ideal es que en ciudades como Bogotá y Medellín la capacidad del transporte se mantenga por debajo del 35 %, tanto en Transmilenio como en el Metro. El reto ahora es mantener baja la demanda al mismo tiempo en el que se vayan activando los diferentes sectores de la economía. Sin embargo, Transmilenio ya ha alcanzado el 30 % de su capacidad, muy cercano al límite que se espera para controlar la congestión de personas y evitar los contagios.

De acuerdo con Miguel Ángel Uribe, jefe del Departamento de Matemáticas, Física y Estadística de la Facultad de Ingeniería, en sistemas tan complejos como Transmilenio no es posible tomar decisiones sin el respaldo de un modelo matemático o una simulación que permitan, hasta cierto punto, predecir un impacto.

“La potencia de un modelo siempre está limitada por la cantidad de datos disponibles. Con una buena articulación entre los modelos y los datos obtenidos, es posible evaluar la ocupación del sistema y prever cuándo esa ocupación será mayor a la permitida, para tomar las decisiones correspondientes”, asegura Uribe.

Estamos lejos de aplicar estrategias para controlar la ocupación de los sistemas de transporte, como en Europa, donde diferentes empresas se han aliado para que los pasajeros dispongan de una aplicación móvil y reserven su viaje, la posición del autobús en tiempo real, las rutas optimizadas para garantizar que los puntos de recogida y destino sean lo más convenientes posible, etc. Así, se cuenta con un sistema de localización capaz de identificar los contactos en caso contagios.

La movilidad activa, una alternativa sostenible

El escenario para controlar la propagación del virus, manteniendo la distancia, ha llevado a muchos ciudadanos a considerar el uso de la bicicleta y a caminar, como opción para sus desplazamientos diarios, animados también por la limpieza del aire y el bajo nivel de tráfico. Esta nueva modalidad de transporte se enfrenta a desafíos que deben ser considerados. El reto que afrontamos hoy es organizar la vida de tal forma que el motor económico siga funcionando, pero garantizando que se minimice el riesgo de contagio.

Para Augusto Garrido, profesor del Departamento de Infraestructura y Sostenibilidad de la Facultad de Ingeniería, la actual pandemia abre dos posibles escenarios: uno favorable, en el que los cambios vayan encaminados a la movilidad activa, es decir, caminatas y bicicleta; el otro, que tendría un efecto negativo, señala a las personas que se volcarían masivamente a comprar carros.

“En medio de la coyuntura, algo está claro: la bicicleta se afianza como un medio de transporte seguro y eficiente en los entornos urbanos. Quizás, esta pandemia sea el detonante que faltaba para cambiar de mentalidad y dar este giro a medios de transporte menos nocivos para el ambiente. Comprar más carros resultará nefasto para la movilidad en las ciudades, pues aumentarían la congestión y los problemas ambientales”, dice Garrido.

Para incentivar otras alternativas, se requiere invertir en infraestructuras para habilitar el uso de la bicicleta, y urgen medidas y acciones por parte del Gobierno para que los ciudadanos se desplacen de una manera segura.

“El plan de desarrollo Pacto por Colombia, presentado por el actual Gobierno, contempla en el capítulo Pacto por el transporte y la logística aumentar en el país en más del 60 % los kilómetros de corredores para bicicletas. De esa manera, estamos hablando de pasar de 154 km a 255 km, aproximadamente”, asegura Garrido, quien dice que esta meta estaba planteada incluso antes de la emergencia sanitaria actual.

Es clave que se sigan ejecutando obras para facilitar la movilidad activa de las personas y que se gestionen más inversiones para proporcionar espacios seguros a otros modos de transporte sostenibles, que no solo ayuden a cumplir con las medidas de distanciamiento social, sino que a tener un mejor impacto con el planeta Tierra.