Está bien reírse y sacar una buena cara de la coyuntura. El problema es que la gente se está informando a partir de memes y cae en el desconocimiento y la desinformación.

Mientras las personas se encuentran en sus casas, la fuente principal de información son los medios masivos tradicionales (televisión y radio) o, en pleno siglo XXI, las redes sociales. Una de las formas de expresión visual más difundidas en las redes sociales son los memes, muy virales por su contenido cambiante, de acuerdo con el contexto social.

Los memes cumplen un rol protagónico en la forma de percibir este fenómeno de la pandemia, sus contenidos se acoplan a la visión general del mundo y quienes los comparten se sienten identificados con estos. Por eso, su nivel de difusión aumenta significativamente en tan poco tiempo. Pero, ¿qué tan confiable o veraz es esa información?

Para Juan Sebastián Cobos, profesor de Etnografía Virtual de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana, los memes son un transmisor de ideas por excelencia. Es un contenido con efectos, modifica los pensamientos y la forma de actuar. Además, en su mayoría están compuestos por imágenes y generan un mayor impacto en el cerebro del receptor. Los memes son un transmisor directo, no solo de información, sino de emociones y sentimientos. Por eso, el docente insiste: “Hay que cuidarnos también de los memes, pues ya conocemos el poder de las ideas”.

 

 

“El riesgo con los memes es que son utilizados para hacer reír y, cuando esto pasa, es natural que la información no sea contrastada y resulte ampliamente emocional. Pero ese no es el problema. Está bien reírse y sacar una buena cara de la coyuntura; el problema es que la gente se está informando con este recurso y cae en el desconocimiento y la desinformación”, afirma Cobos.

Aunque las personas no utilizan los memes como un canal de información, ya que solo están creados para entretener o divertir, al consumirlos, inconscientemente, adquieren información o datos que no contrastan con los medios regulares de información. Así, aunque sea visto como un chiste, las personas forman ideas erróneas de un hecho.

“Está bien reírse y sacar una buena cara de la coyuntura; el problema es que la gente se está informando con este recurso y cae en el desconocimiento y la desinformación”.

Entonces, más que el mismo virus, es más peligrosa la errónea idea del coronavirus en el imaginario colectivo, dice el profesor. Este fenómeno, que él denomina como ‘infodemia’ o ‘infoxicación’, se combate con una dieta informativa que consiste en reducir los momentos para informarse a una hora diaria y no dejarse “bombardear” todo el tiempo de notas, artículos, noticias, memes, entre otros contenidos.

Esta dieta informativa ayuda significativamente a tener una mejor salud mental durante el aislamiento preventivo. Consultar con frecuencia muchos contenidos, entre estos los memes, causa efectos nocivos: ser víctima del pánico, caer en fake news o dejarse influenciar por ideas colectivas falsas. Para evitar esto, es clave ser responsables con los contenidos consumidos y compartidos.