A tan solo cuatro meses de 2020, y de la propagación pandémica delCOVID-19, las cifras parecen estar apuntando a una posible crisiseconómica, en Colombia y en la gran mayoría de países del mundo.

Recesiones económicas: ¿un aprendizaje para economías enfermas por COVID-19?

José Eduardo Gómez, profesor del Departamento de Economía de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas,explica que una recesión económica es un período sostenido de tiempo,durante el cual producto interno bruto(PIB) cae y el desempleo aumenta. De acuerdo con él, si bien no existe una definición oficial del período de tiempo durante el cual el producto deba caer para que se considere una recesión, varios economistas consideran que un país entra en recesión cuando su producto interno bruto(PIB),en términos reales,cae durantedos trimestres consecutivos.

Además, “Una recesión económica se produce porque, normalmente, existen unos factores que generan unos choques. Estos choques pueden ser de diversas naturalezas; por ejemplo, aquí estamos viviendo un choque, atípico, producido por la extensión de un virus”, agrega Juan Nicolás Garzón, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Muchos expertos comparan la situación actual, en términos económicos, con larecesión del 2008, la cual, más de 10 años después, sigue afectando a algunos sectores, empresas y países. Entre 2001 y 2007, la política monetaria en Estados Unidos y otros países fue muy laxa, caracterizada por una expansión monetaria permanente y unastasas de interés de política sostenidamente bajas. Esto llevó a tomar riesgos para buscar mayores retornos,sobre todo,por parte de los bancos,quienes financiaron proyectos y clientes muy riesgosos.

“A finales de 2007, la economía de Estados Unidos estaba altamente apalancadaen créditos y los preciosde las viviendas se encontraban en récords históricamentealtos. Algunos inversionistas detectaron este problema y se incrementó la desconfianza en la economía. Los bancos que habían tomado riesgos excesivos,por ejemplo, dando créditos a clientes subprime,quebraron. Las quiebras de esosbancos tuvieron un efecto muy fuerte sobre la confianza, activo clave para el buenfuncionamiento del sistema financiero”, explica el profesor José Eduardo.

Aunque la recesión económica del 2008 fue estrictamente financiera y la crisis pandémica de hoy tiene origen epidemiológico, ambas han afectado un activo de gran valor para el adecuado funcionamiento de la economía: la confianza.

Son varios los sectores que se han visto fuertemente afectados por la emergencia s anitaria, lo que ha llevado, entre otras cosas, a una disminución de la inversión, la demanda, la producción y el consumo de servicios y productos. Esto ha generado problemas complicados para distintas empresas, especialmente las pymes, que contribuyen a m ás del 80 % del empleo en Colombia. De hecho, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectan que finalizando el año la mayoría de los países tendrán un crecimiento económico con tendencias negativas. Así, las tasas de desempleo, pobreza y desigualdad, entre otros factores, presentarían un crecimiento nacional e internacional.

“No es tan fácil entender que esta nueva crisis tenga algún tipo de comparación a simple vista con las crisis que ha vivido el mundo antes y, en este sentido, los países están intentando reaccionar de formas, como se explica en economía, heterodoxas. Los países y las economías van respondiendo de acuerdo con el desarrollo de la pandemia y según las consecuencias y limitaciones, panoramas que aún desconocemos”.

Si bien es difícil predecir con exactitud el impacto económico de una posible recesión a causa del COVID - 19, recuperarse de este tipo de crisis requiere, según el profesor José Eduardo, “ que el Gobierno y el Banco Central lleven a cabo medidas de salvamento del sistema financiero: provisión de liquidez, apoyos de solvencia, aseguramiento para que los depositantes no pierdan sus ahorros; medidas de apoyo a los afectados, lo que implica aumento considerable del gasto público, y consistencia en las medidas tomadas para devolver la confianza al aparato productivo”.

Es decir, se requiere de un impulso decidido del sector público para que se retomen proyectos, se reactive la demanda de trabajo y se reimpulse el consumo, lo cual ayudará a evitar efectos perversos, como el entorpecimiento del flujo de la liquidez en la economía o la quiebra de bancos, entre otros efectos.

Por su parte, el profesor Nicolás Garzón agrega que “Para reactivar la economía será necesario recuperar la confianza de los consumidores y en las instituciones. Además, es necesario entender que somos parte de un todo, en el que las decisiones individuales incidirán en la realidad colectiva, de las cuales depende el éxito de las políticas económicas” .

Un recorrido histórico

A lo largo de la historia moderna se han vivido crisis económicas que han afectado al mundo a lo largo y ancho, generadas por distintos factores y en diversas épocas. Por ejemplo, la crisis de 1929 podría definirse como la primera gran crisis del capitalismo moderno. Esta recesión del siglo XX se prolongó casi una década. Se tituló la Gran Depresión , posterior a la caída de la bolsa de N ueva York un 29 de octubre de 1929. Durante los primeros tres años, los indicadores sociales y económicos reflejaron un progresivo deterioro. “En 1932, el producto interno bruto (PIB) había disminuido un 27 % y la producción industrial un 50 % . La inversión ni siquiera alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones existentes”, explican los expertos.

Después, surgen las crisis económicas de los países que participaron de forma directa en la Segunda Guerra Mundial. Luego, “Para el año 1973, el impacto petrolero generó que Estados Unidos experimentara lo que se determina como estanflación, es decir, la economía no crecía, y también había inflación”, expone el profesor Garzón.

En los años 80, la crisis de la deuda de América Latina, un período en el que los países de esta región afrontaron dificultades para responder por sus obligaciones de deuda, llevó a que se hablara de la década perdida de Latinoamérica.

En los años 90, emergen las crisis de los punto.com. Estas nacen en los Estados Unidos como una sobreestimación de las compañías de internet. A este se le denominó la burbuja punto.com, en la que la tasa de inversión en ordenadores y otros bienes de relacionados con tecnología se duplicó al final de esta década. Para el año 2000 y principios de 2001, llegó la crisis, generando la caída de las cotizaciones, sobre todo en los Estados Unidos. “El PIB de dicho país se estancó, se redujo la inversión, aumentaron las quiebras y se produjeron 3 millones de despidos, y una moderación de los precios en su conjunto, pero ni fue una crisis dura ni duradera”, asegura Rankia, blog de economía mundial.

Entre 1999 y 2000, Colombia enfrentó quizás la peor crisis económica de su historia. Fue la crisis de UPAC, unidad de poder adquisitivo constante, la cual contrajo el PIB y llevó al país a implementar el impuesto a las transacciones financieras (dos por mil). También se anunciaron medidas adicionales como compra de deudas a cooperativas, refinanciación a los deudores del UPAC, seguro de desempleo y los alivios extraordinarios a los bancos con préstamos especiales del Estado, con recursos que se conseguirían con el llamado “dos por mil”.

La recesión económica del 2008 surgió de un sobredesarrollo de los instrumentos financieros. Es decir, se generó un endeudamiento insostenible porque se empezó a entregar una serie de créditos en el sector hipotecario para personas que no tenían la capacidad de pago; por ejemplo, a inmigrantes y comunidades afroamericanas, a quienes eventualmente se les otorgaron créditos, con tasas de interés muy altas, con algunos “engaños”.

“Una vez ellos dejaron de pagar esos créditos masivamente, se afectó el sistema financiero y colapsó parcialmente. Al colapsar, arrastró a la economía real. Esta fue una recesión que se relacionó con una primera dimensión en el campo de las finanzas, con el desarrollo de unos instrumentos que terminaron afectando la economía real”, explica el profesor Juan Nicolás Garzón.

Para el 2018, los expertos afirmaban que aún la crisis no había terminado. Así lo ratificó la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en una columna que escribió para la época; en esta dijo: “Hemos progresado mucho, pero no lo suficiente. El sistema es más seguro, pero no en la medida justa. El crecimiento ha repuntado, pero no para todos. El verdadero legado de la crisis no puede evaluarse debidamente después de 10 años, porque aún no ha llegado a su término”. Para este punto, se preguntó si el mundo estaría listo para otra recesión económica.

El profesor Nicolás Garzón concluye que de todas estas crisis, por supuesto, han surgido algunos aprendizajes; por ejemplo, cuáles son las regulaciones a las que los mercados deberían estar sujetos. “Hemos aprendido que conforme el capitalismo avance y la globalización se agudice, las crisis revelan el alto grado de conexión entre el mundo”. Eso también se evidenció con la capacidad expansiva del COVID-19.

No obstante, y después de un recorrido histórico por otras crisis, la pregunta radica en qué podría aplicarse a la situación actual. El profesor Garzón afirma: “No es tan fácil entender que esta nueva crisis tenga algún tipo de comparación a simple vista con las crisis que ha vivido el mundo antes y, en este sentido, los países están intentando reaccionar de formas, como se explica en economía, heterodoxas. Los países y las economías van respondiendo de acuerdo con el desarrollo de la pandemia y según las consecuencias y limitaciones, panoramas que aún desconocemos”.