Son diferentes bilinguismos y diglosia

Mitos de la  lengua materna

Sabías que… Se llama lengua materna, ya que tradicionalmente la enseñanza de la lengua estaba a cargo de las madres. En las tribus y en las culturas ancestrales, esta formación se otorgaba a aquella persona que, de alguna manera, criaba a los niños. El hombre, en cambio, debía buscar la comida y hacer un poco de trashumancia para poder conseguir el alimento. Las madres han sido por mucho tiempo el modelo de aprendizaje y desarrollo lingüístico de los niños.

Desde el vientre de la madre, las personas empiezan a desarrollar su capacidad neurolingüística. De hecho, apenas una persona llega al mundo es capaz de reconocer la voz de su mamá. Esto demuestra que un bebé en gestación puede escuchar los sonidos de su entorno, pero, particularmente, la voz materna. Así lo explica Juan Carlos Vergara, director del Departamento de Lingüística, Literatura y Filología de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, y director de la Academia Colombiana de la Lengua.

Esta es una demostración de que el concepto de lengua materna no es idealista, sino que, al contrario, refleja el papel que cumple la madre para construir el lenguaje de un niño. A su vez, es muy importante para su desarrollo en los distintos entornos en los cuales se desenvolverá y para su ingreso al sistema escolar.

“Es fundamental que entendamos que esto no tiene que ver solo con un idioma en particular, sino con cualquiera", aclara. “Ello hace referencia a la forma en la cual nosotros construimos nuestro engranaje cerebral para ver el mundo”. Por medio de los siguientes casos, el profesor Vergara explica cómo funciona el aprendizaje de la lengua materna y qué debe saberse sobre esta

Caso 1

Un niño nació hoy en una clínica de Colombia, pero, por diversas razones, se dará en adopción a padres japoneses, por lo cual, crecerá en ese territorio. En este caso, su lengua materna será el japonés. De hecho, es posible que no tenga idea de español en toda su vida, aunque sus padres biológicos sean de habla hispana. Este niño tendrá rasgos genéticos de sus padres, pero hablará perfecto japonés, lo cual quiere decir que la lengua materna es aquella con la cual el niño nace y se forma para construir la realidad. Es decir, que nosotros no estamos diseñados genéticamente para el idioma del que provienen nuestros padres.

Caso 2

Un niño nace en Quebec y aprende francés e inglés al mismo tiempo. En este caso, el niño tendrá dos lenguas maternas. Este es el verdadero bilingüismo, ya que en Colombia este concepto tiene un error de precisión. La característica particular de este fenómeno lingüístico es que debe estar reforzado por la cultura, lo que implica que no se trata solamente de que haya presencia de un idioma diferente en casa, sino que debe tener medios de comunicación que hablen ese idioma, estar rodeados de personas en el entorno que lo acompañen y verse en la necesidad de usarlo.

El caso de Quebec es perfecto para entender el bilingüismo. Allá un niño puede encontrarse con que un panadero le hable en francés y el conductor del bus en inglés. Él necesitará ambos idiomas para desarrollarse. En Colombia, en cambio, no somos bilingües sino diglósicos: tenemos una lengua materna y un segundo idioma.

La lengua materna como indicador de salud cultural

“Todo aquello que atente contra la lengua materna atenta contra la identidad y, principalmente, contra el equilibrio emocional e intelectual de los niños”, dice el profesor Vergara. Para las sociedades, la lengua materna es un indicador de salud cultural; por ejemplo, cuando una lengua es capaz de expandirse representa salud en su cultura. Lo anterior no quiere decir que aquellas lenguas que no se expandan no sean saludables, porque hay casos, como el del alemán, que no siguen este formato. Esto muestra que las lenguas no dependen propiamente del territorio que ocupen, sino de la intensión por parte de los estados para mantenerlas vivas. Todos los esfuerzos de carácter gubernamental que defiendan la lengua materna están defendiendo la identidad, la nacionalidad, la cultura y, en últimas, la existencia de una población.

Esto explica por qué hay lenguas maternas que han muerto o que están muriendo, porque no hay esfuerzos para su conservación; sus poblaciones fueron disminuyendo y no hay entornos que refuercen su uso.

En este sentido, las academias de la lengua o similares tienen la tarea de defender las condiciones propicias para que se desarrolle una lengua: que tenga un ambiente adecuado, que exista un flujo acorde de comunicación, que cuando haya imprecisiones puedan corregirse o cuando haya dudas tengan a dónde acudir. Sin embargo, todos estos esfuerzos dependerán siempre de los hablantes, porque ellos mantienen la lengua viva con su afecto y valoración.

La Maestría en Lingüística Panhispánica estudia estos fenómenos y otorga a sus estudiantes los conocimientos, las herramientas y los espacios para generar didácticas adecuadas para la enseñanza, preservación y cuidado de la lengua española, nuestra lengua materna.

La lengua materna no se impone

Buena práctica: si, por ejemplo, la lengua materna de una persona es el español y, luego, a sus 3 o 4 años desea aprender inglés, estaría bien: esta persona tendrá las habilidades neurolingüísticas necesarias para aprender este y cualquier otro idioma. En este caso, la lengua materna siempre será la base para las demás.

Mala práctica: si, por el contrario, una familia colombiana decide rodear a su hijo de otro idioma -distinto al de su entorno- desde que nace, esta familia está provocando una deformación mental en él, ya que los idiomas se forman con base en construcciones pragmáticas del entorno que no se aplican a todos los contextos.

Imaginemos que ese niño aprende las estaciones como winter, summer, autumn y spring, y vive en Bogotá, en donde a las lluvias se les dice “invierno” y al tiempo soleado, “verano”. El niño tendrá una confusión y cognitivamente se sentirá fuera de lugar. En cambio, si a ese mismo niño se le enseña a la perfección el idioma del lugar al que pertenece, esa excelente formación le permitirá aprender un segundo idioma (o más) de una forma adecuada.