¿Es mejor que siempre haya más competencia en los mercados? Me atrevo a apostar que, si esta pregunta se formulara a un grupo de estudiantes de primer semestre de economía de alguna universidad colombiana, la respuesta (casi) unánime sería: “Sí, siempre es deseable mayor competencia en los mercados”.

Si bien es cierto que en la mayoría de los casos la mayor competencia induce al uso más productivo de los factores de producción, estimula la innovación y trae beneficios a los consumidores vía menores precios, también hay casos en los cuales la mayor competencia puede traer resultados indeseables.

Los mercados financieros, en los cuales abundan las asimetrías de información y los problemas de agencia, son un buen ejemplo para explicar por qué se puede dar el caso en el cual no siempre sea deseable una mayor competencia en los mercados. Varios estudios recientes muestran, por ejemplo, que la relación entre competencia bancaria y estabilidad financiera tiene forma de “U invertida”. Es decir, a niveles bajos de competencia los aumentos en la misma favorecen la estabilidad financiera. Sin embargo, luego de cierto punto, los incrementos en la competencia van en contra de la estabilidad del sistema financiero. La crisis financiera subprime ilustra bien este punto. En niveles de competencia muy altos, la búsqueda de retornos por parte de los bancos induce a la innovación financiera excesiva y a la toma de riesgos difícilmente monitoreables, por parte de los supervisores del sistema financiero. La exagerada toma de riesgos a la que esto conlleva reduce la estabilidad del sistema financiero, haciéndolo más vulnerable a la ocurrencia de choques adversos que pueden ocasionar el inicio de crisis financieras.

Política monetaria y burbujas de precios de activos

Por otra parte, los incrementos en la competencia bancaria no siempre llevan a menores costos de financiamiento por parte de los bancos. De hecho, existen dos teorías con resultados opuestos. La teoría de la organización industrial propone que los bancos con mayor poder de mercado tienen la capacidad de extraer mayores rentas a los demandantes de crédito, a través del incremento de las tasas de interés de colocación.

La teoría de la información propone que los bancos con mayor poder de mercado pueden invertir en mejores tecnologías de consecución y procesamiento de información de los deudores, llevando a que puedan identificar mejor los riesgos y cobrar a los demandantes de crédito las tasas más acertadas, de acuerdo con sus niveles de riesgo. 

La literatura empírica al respecto presenta resultados mixtos. Básicamente, los resultados difieren dependiendo de los países incluidos en la muestra, la forma de medir competencia bancaria y el grado de desagregación de los datos utilizados. Uno de los puntos clave es la medición de una variable latente: la competencia bancaria. Hay quienes la miden siguiendo criterios estructuralistas (concentración, número de bancos en el mercado), mientras que otros la miden siguiendo criterios de comportamiento (índices de Lerner, indicadores de Boone).

En un estudio reciente, que realicé junto a Óscar Valencia y César Tamayo, encontramos algo opuesto a lo que inicialmente esperábamos. Utilizando bases de datos muy detalladas, con información de cada préstamo otorgado por los bancos a las empresas colombianas entre el 2004 y el 2014, encontramos que, en promedio, el mayor poder de mercado de los bancos (menor competencia bancaria) conlleva a menores costos de financiamiento por parte de las firmas. Claro está, los resultados son bastante heterogéneos dependiendo de las características de las firmas, como su tamaño y la longitud de las relaciones bancarias. Resultados similares fueron obtenidos por Carlos Cañón y un grupo de investigadores del Banco de México, quienes realizaron una investigación similar con datos de ese país.

Sobre las reglas de Taylor  y la política monetaria

Los resultados de estos (y otros) estudios recientes muestran que no hay respuestas definitivas sobre la relación entre competencia bancaria, estabilidad financiera y costos de financiamiento de las firmas. Se requieren más estudios que investiguen con mayor profundidad las relaciones complejas que existen entre estas variables.

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