Los nuevos hábitos del 2021 y su impacto en las personas

Hace poco mas de un año, nuestras vidas cambiaron repentinamente. Los planes estratégicos de las compañías se quedaron engavetados, nuestros hogares se convirtieron en refugio, en oficinas, en colegios… Pensábamos que sería algo pasajero, pero el tiempo fue pasando y tuvimos que entender una realidad a largo plazo, adaptarnos a ella, asumir retos y adquirir hábitos, que parece se quedarán con nosotros para siempre.

El Home Office es una nueva realidad. Vemos cientos de edificios con sus oficinas vacías con anuncios de “se arrienda” o “se vende”. En el fondo, muchas compañías que no querían por nada del mundo tomar esta modalidad de trabajo, entendida como parte del “salario emocional”, tuvieron que aceptar la idea y les quedó gustando. Claro, es que el trabajador es mas productivo, trabaja más tiempo, y los costos se reducen, pues ya no tienen que mantener estos inmuebles, ni los gastos de funcionamiento, agua, luz, teléfono, internet, todo esto lo asume ahora el trabajador desde su casa o donde esté. Probablemente más pronto de lo imaginado, se tendrá que reglamentar esta nueva forma de trabajo para ser justos y apoyar las familias que, en muchos casos, han perdido algún empleo, o sus ingresos se han visto disminuidos de alguna manera por la pandemia.

Mientras tanto, adquirimos nuevos hábitos, transformamos parte de nuestros hogares en oficinas y en aulas de estudio. Aprendimos a asistir a reuniones mientras hacemos las labores domésticas; los padres se volvieron profesores y empezaron a recordar las materias de la primaria, las matemáticas, la geografía, sociales y a veces en inglés, idioma que no necesariamente pueda ser su fuerte; hombres y mujeres respondiendo por oficios y tareas, aprendiendo a cocinar por Youtube, y trabajando a la par, en la crianza de los niños.

Los planes de virtualidad, considerados en un mediano plazo, se volvieron un imperativo y aprendimos a usar tres y cuatro plataformas en cuestión de días. Las instituciones hicieron inversiones e insignes esfuerzos por mantener sus servicios funcionando y muchas quebraron por no tener facilidades digitales. La vida tenía que seguir y para ello la tecnología era, y ha sido, nuestro aliado más importante.

Y se quedó con nosotros. Ahora asistimos a las misas de manera remota, igualmente lo hacemos con los gimnasios, con las galerías de arte, con las películas y nos acostumbramos a ello. El sacerdote de mi parroquia me dice:” ¿Profe, por qué no quiere volver la gente a misa de manera presencial?” … Y es que la comodidad se apoderó de nosotros. Es más fácil virtual: no hay que arreglarse, ni buscar parqueadero, ni buscar lugar en la iglesia, ni correr el riesgo de un contagio. Pasa con nuestros estudiantes, pensarán que tienen un ahorro en tiempo, peaje, gasolina, madrugan menos, y entonces lo mas fácil es asistir de manera remota. Pero la pregunta es: ¿el acto de amor, de ir a visitar a Jesús en su templo, de buscar ese momento con él, que implique un sacrificio, no es más valioso, que estar tendidos en una cama o en un sofá frente a un TV? Y pregunto yo: ¿Estar en el maravilloso espacio estudiantil y académico, compartir con estudiantes, profesores, amigos,

esos momentos afiliativos tan valiosos, no es mejor que estar en una silla, frente a una pantalla, a veces en un vehículo con un celular, llenos de distracciones, solitarios y callados? ¿Vale la pena? Muchos de nuestros mejores recuerdos en la vida, los tenemos de eso momentos en la vida universitaria y no se deberían perder. Amén de que la calidad del aprendizaje sin duda es mejor.

El hábito de las compras “on line”, está con nosotros. Cuando tuvimos que hacer por nuestra cuenta los oficios domésticos, se duplicaron las compras de utensilios para la cocina, las “robotinas” (aspiradoras con inteligencia artificial), los tenis y la ropa cómoda, aparte de las sillas ergonómicas, escritorios y facilidades para el trabajo y estudio.

Todos los negocios se han visto afectados de una u otra manera, pero el turismo especialmente. Estuvieron cerrados durante meses, y por mucho tiempo, no recibirán a miles de viajeros o participantes de congresos y convenciones, eventos que no volverán porque para eso está “zoom” u otra plataforma. ¡Lástima eran una delicia!

Y en temas de empleo, ahora invade una nueva modalidad de trabajo llamada “GIG Economy”, es decir, contratar “freelancers” se convirtió en una forma efectiva de hacer crecer los pequeños y medianos negocios. El talento independiente se está volviendo una apuesta importante también en las grandes empresas. Casi un tercio de la fuerza laboral en el mundo (31%) prefiere la flexibilidad y libertad del trabajo independiente. El 62% de los gerentes que han trabajado con personas en esta modalidad consideran que son los trabajadores del futuro (fuente: WorkAna). Las habilidades más demandadas son: tecnologías de la información, marketing, diseño, ingeniería investigación, entre otras, y por supuesto la generación de los millenials está a la vanguardia en la “GIG Economy”.

De allí, que el talento humano ahora tiene una dimensión “sin fronteras”. No importa en qué lugar del mundo estés; mientras tengas una conexión a internet, puedes trabajar. No importa si estás en una isla desierta o en la comodidad de tu hogar, o a miles de kilómetros de casa, puedes trabajar sin problemas. ¿Serán entonces las oficinas los “elefantes blancos” del futuro?

Pero esta nueva realidad, nos ha traído muy buenas cosas. Los índices de contaminación han bajado, hay mas apego por la naturaleza, por lo auténtico. Buscamos lo saludable y natural. Cocinamos con las recetas de los mejores “chefs” por las redes sociales. Los grupos de apoyo y la generosidad han florecido, las familias se han unido, hay un gran auge de la creatividad y el emprendimiento. Inventamos mas pasatiempos, leemos, tejemos, pintamos. Hacemos recorridos virtuales por las galerías más importantes del mundo, como Louvre, o el Museo Vaticano. Pero, sobre todo, hemos aprendido a vivir el aquí y al ahora, a no hacer planes a largo plazo, lo que nos obliga a replantear nuestras metas personales, en el campo de la salud, la espiritualidad, el trabajo, el dinero y las relaciones. En fin, la vida no volverá a ser igual. ¿Enseñanza? Siempre tendremos que estar dispuestos al cambio, a los retos y desafíos que la vida nos presenta.