Innovación y patentes en tiempos de pandemia

Por Mikel Ibarra Fernández, profesor de Planta en el Instituto Forum.

La pandemia que vive el mundo ha movilizado a gran cantidad de sectores; los Estados se vieron en la necesidad de crear hospitales, y de diseñar cadenas logísticas y esquemas de apoyo para las poblaciones que entraban en aislamiento y confinamiento. De esta manera, respondían a la emergencia. Sin embargo, pocas semanas después, las miradas se centraron en la industria farmacéutica, responsable de crear tratamientos y vacunas que le permitirían a la humanidad salir adelante en esta delicada situación. Con el paso del tiempo, los avances en el desarrollo de vacunas proporcionaron esperanzas para volver a retomar la caótica “normalidad” con la que se contaba hasta noviembre del año 2019.

Los avances en la industria farmacéutica y en la medicina han aumentado la esperanza de vida de la población en las últimas décadas: para 2019, se situaba en los 73 años, según datos del Banco Mundial. Como es de esperarse, esta cifra presenta grandes variaciones asociadas a los países y al nivel de desarrollo tecnológico de estos. Pero vale la pena recordar que, en 1960, según la misma fuente, la esperanza de vida era de apenas 53 años. Las innovaciones médicas y farmacéuticas han permitido al ser humano extender su esperanza de vida y, en épocas de pandemia, han tenido la misma responsabilidad; a mayo de 2021, existen en el mundo ocho vacunas totalmente aprobadas, pero detrás de estas vienen en desarrollo más de 100 vacunas en distintas fases de prueba.

No es de extrañarse que los países con mayores niveles de desarrollo e innovación hayan sido aquellos que primero empezaron los procesos de vacunación, incluso llegando a comprar un número bastante mayor de dosis frente a las requeridas por su población. Esto les ha permitido liderar la reapertura de fronteras e industrias, y generar lo que se denomina el "turismo y la diplomacia" de vacunas.

Sin duda, uno de los principales catalizadores de los avances ha sido con base en las distintas políticas de favorecimiento a la innovación y protección al conocimiento, las cuales han permitido, durante décadas, a distintas empresas, centros de investigación y universidades, desarrollar fuertes inversiones con la promesa de grandes retornos, debido a la protección que les generan las patentes asociadas a las invenciones.

Aunque se reconoce la importancia de los incentivos en innovación para desarrollar las vacunas que están permitiendo contener la pandemia en el mundo, se ha empezado a evaluar la posibilidad de liberar las patentes de las vacunas; varios gobiernos, incluyendo el de Estados Unidos, han planteado esta estrategia que facilitaría el acceso a las vacunas y aceleraría la contención de la pandemia.

"Es necesario recordar que el mercado está compuesto por personas y, si una pandemia atenta contra la humanidad, debemos pensar de nuevo en nuestros marcos normativos y legales para responder de forma eficiente."

El debate que se ha suscitado por esta propuesta cae fácilmente en los extremismos que tanto daño les hacen a las sociedades, como la colombiana. Por un lado, hay quienes abogan por la liberación de patentes, aduciendo que es la única salida y recalcando que las utilidades que han recibido las farmacéuticas son demasiadas. De igual manera, otro grupo defiende radicalmente el respeto a los derechos de las empresas que desarrollan las invenciones, y sostienen que las patentes deben mantenerse, pese al elevado costo humano y económico de la pandemia.

Frente a esta coyuntura, surgen dos preguntas: ¿vale la pena sostener las patentes sin importar las pérdidas humanas?, ¿cómo recompensar a aquellas empresas e investigadores que desarrollan las vacunas que hoy nos han permitido una mejor calidad de vida?

Es necesario entender que las sociedades modernas deben su avance principalmente a la articulación del Estado, la universidad y la empresa. Esta última es la que materializa las innovaciones en la sociedad, permitiendo que la población acceda a bienes y servicios innovadores y de calidad, de una forma eficiente y con la cobertura adecuada. Aunque este modelo dista mucho de ser perfecto, ha permitido llegar a los niveles de desarrollo actuales. Por eso, es necesario proteger a las empresas y sus inversiones. Es necesario recordar que el mercado está compuesto por personas y, si una pandemia atenta contra la humanidad, debemos pensar de nuevo en nuestros marcos normativos y legales para responder de forma eficiente.

Por esta razón, como sociedad, estamos llamados a diseñar mecanismos alternos a las patentes para compensar y mantener el impulso de los procesos de innovación de la industria farmacéutica y médica. Así, se permite que estos nuevos conocimientos mejoren la calidad de vida de las poblaciones, y el desempeño económico y social, para seguir creciendo en el siglo XXI y enmendar los errores del pasado.