Educación y libertad: claves para saber amar

Educación y libertad: claves para saber amar

Una persona jamás está aislada en el mundo: somos seres relacionales. Desde el momento de la concepción somos hijos, es decir, tenemos padres. Esa es nuestra primera relación con el otro. Así, a lo largo de la vida, los vínculos que generamos con los demás son determinantes para nuestro desarrollo.

“El desarrollo, la plenitud y la felicidad de una persona están directamente relacionados con sus vínculos de amor”, afirma Cristián Conen (2012), profesor del Instituto de La Familia, en su libro Claves para saber amar. Además, expone que la capacidad de amar, como otras capacidades humanas, requiere educación, la cual debe comenzar en el hogar cuando somos niños. “Educar es enseñar a amar”, indicó Tomás Melendo, doctor en Filosofía y en Educación, en un conversatorio con profesores del Instituto de La Familia. Explicó que formar para amar es enseñar a los niños y jóvenes a pensar en el otro y no solo en sí mismos.

A veces creemos estar enamorados de una persona: pensamos todo el día en ella, nos sentimos nerviosos en su presencia, nos parece que es más especial que los demás y queremos pasar mucho tiempo a su lado. Sin embargo, “no basta con sentir amor por alguien, es necesario conocer a la persona amada, decidir amarla y amarla con actos de entrega en sí mismo, en orden al bien objetivo de esa persona”, dice Conen en su mencionado libro. Por tanto, el amor verdadero implica un compromiso con la otra persona.

Hoy en día es común encontrar lo que Zygmunt Bauman, en su libro Amor líquido (Bauman, Arrambide y Rosenberg, 2005), llama “relaciones de bolsillo”, es decir, la manifestación de la sociedad de consumo llevada al amor: relaciones que reproducen lo instantáneo y lo desechable, y no piensan en el otro, lo cual causa un vacío afectivo. En este sentido, Melendo invitó a los jóvenes a crear vínculos fuertes y reales: “No tengan miedo a amar, pero aprendan a amar de forma correcta, pensando siempre en el bien de la otra persona”.

Así, el amor se convierte en la mayor expresión de la libertad, puesto que nosotros decidimos aceptar al otro con sus defectos y cualidades para hacerle el bien y ayudarlo a crecer como persona. No obstante, hay diferentes etapas en este proceso. Al respecto, Melendo afirmó: “La capacidad de amar va creciendo y en el momento que decidimos unir nuestra vida a otra, en el matrimonio, encauzamos todo ese amor para hacer una entrega total al otro”. En consecuencia, cuando educamos a los niños y jóvenes, debemos enseñarles a encauzar ese amor y a no precipitarse. Después de conocer las principales características del amor, por qué debemos ser educados para amar y que el amor significa amar al otro buscando siempre su bien y crecimiento como persona, es preciso preguntarse ¿cómo estoy amando?

 

Referencias

• Bauman, Z., Arrambide, J. y Rosenberg, M. (2005). Amor líquido. Recuperado de https:// goo.gl/qUqT2K

• Conen, C. (2012). Claves para saber amar. Recuperado de goo.gl/d1T67G