El derecho de la familia ante los procesos educativos colombianos

La familia y la escuela son dos ámbitos que facilitan el desarrollo de las habilidades, competencias y hábitos de los sujetos. Cada una de estas instituciones desde sus prácticas particulares promueve el perfeccionamiento continuo de las dimensiones humanas: la ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa, estética, corporal y socio afectiva. La familia a través de prácticas cotidianas no formales, de los espacios de interacción y diálogo. La escuela por medio de espacios formales y ordenados, en función de un fin académico y de unas estructuras didácticas objetivas.

La familia y la escuela son dos ámbitos que facilitan el desarrollo de las habilidades, competencias y hábitos de los sujetos. Cada una de estas instituciones desde sus prácticas particulares promueve el perfeccionamiento continuo de las dimensiones humanas: la ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa, estética, corporal y socio afectiva. La familia a través de prácticas cotidianas no formales, de los espacios de interacción y diálogo. La escuela por medio de espacios formales y ordenados, en función de un fin académico y de unas estructuras didácticas objetivas.

De la familia y la escuela; de la unidad de su fin educativo y de la particularidad de sus prácticas cotidianas, depende el proceso de socialización de los principales esquemas de pensamiento y acción que requieren los niños como sujetos sociales de derecho, es decir, como ciudadanos que, empoderados de su condición como seres políticos y éticos, actúan en función del bien común; de la construcción de la sociedad, del Estado y de la Democracia.

A estas dos instituciones se les ha encomendado la socialización primaria y secundaria. La familia la socialización primaria, en tanto introduce a la sociedad a los miembros más jóvenes, dotándolos de los sentidos y significados socialmente construidos, con los que se expresa y se interpreta el mundo y sus fenómenos. La escuela, la socialización secundaria, en la medida en que se encarga de la formación de los roles que asumirá el sujeto frente a su comunidad.

Es claro que estas instituciones son centrales en la formación de los niños y adolescentes. Que ambas comparten una labor formativa y que su unidad comunicativa, su capacidad para dialogar y pactar caminos y estrategias comunes, es central para el éxito de cualquier proceso educativo.

En Colombia la integración de la familia y la escuela se asume como un factor primordial en todos los niveles de la vida escolar:

La Constitución Nacional de 1991, en sus artículos 5, 42 y 44, parte del reconocimiento de la familia como “institución básica de la sociedad”, como “núcleo básico de la sociedad”, que tiene la función de: educar, proteger y garantizar los derechos fundamentales de los menores. Se contempla en relación con su función educativa, en los artículos 67 y 68, que la familia, junto al Estado y la sociedad trabajarán de manera conjunta en procura del cumplimiento al derecho a la educación de los niños. Desde la Constitución se empodera a las familias para que participen a un nivel pedagógico y político en los procesos que el Estado y la Sociedad emprende desde la educación oficial y privada: “Los padres de familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación para sus hijos menores” (art. 68), lo que implica que las familias podrán opinar y decidir sobre los procesos educativos que se emprenden desde el Estado, la sociedad y la escuela.

La Ley General de Educación (115 de febrero 8 de 1994) que nace como un conjunto de normas generales para “regular el Servicio Público de la Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad”, contempla desde el artículo 4 la unidad colaborativa de la familia, el Estado y la Sociedad, para “velar por la calidad de la educación y promover el acceso al servicio público educativo”. En los artículos 7 y 8, se plantean las normas que regularán la participación de la familia, “primer responsable de la educación de los hijos” en la escuela.

Dentro de la Ley General de Educación se contempla la participación de las familias, como una herramienta para garantizar la calidad, la excelencia y la coherencia de los procesos educativos con los principios familiares, sociales y con los derechos básicos que contempla la Constitución nacional colombiana, sobre todo con los derechos de los niños que prevalecerán “sobre los derechos de los demás”. En esta Ley se hace más claro el rol activo de la familia en la escuela, el cual es el de acompañar y vigilar, en algunas ocasiones exigir, que las instituciones cumplan con su tarea educativa.

En el contexto colombiano, la relación de la familia con la escuela está amparada y regulada por sus leyes y principios constitucionales sustantivos. Allí la integración de la familia y la escuela es la oportunidad para generar un vínculo colaborativo permanente, que pueda conducir a la construcción de una sociedad más justa, mejor educada y más humana. Estos documentos conducen a plantear que la familia como el primer ámbito de educación y socialización, tiene el derecho y el deber de participar en la construcción de las políticas educativas y de los procesos escolares y pedagógicos, a través de su derecho a escoger y elegir la educación que más les convenga a sus hijos y, en el lugar que reúna y cumpla con sus expectativas.

En Colombia la constitución nacional abre la oportunidad para que las familias se integren a la escuela en procura de la formación integral de los menores que tiene bajo su cuidado. De esta manera podrán velar y verificar todos los procesos relacionados con la educación que reciben los niños y adolescentes, buscando y recibiendo orientación, pues es su mayor deber velar, fomentar, proteger y defender el derecho a una educación que, desde su perspectiva sea la más adecuada, digna y la que procure el mayor desarrollo y perfeccionamiento humano.