El Coro de la Universidad, una experiencia memorable

Por Margarita Gómez Ávila, estudiante de Filosofía.

Cuando entré a la Universidad a estudiar Filosofía en el primer semestre del 2016, tenía muy claro que quería aprovechar al máximo todas las oportunidades que tuviera de hacer música; fue por ello que, además de estar en algunas de las clases que nos ofrece Bienestar Universitario, busqué pertenecer al Coro. Entiendo que la música reúne en sí cosas muy distintas para ensamblarlas en perfecta armonía, es mucho más que distintas frecuencias que atraviesan el aire permitiéndonos reconocer ritmos y melodías, es la unión de sentimientos, ilusiones y sueños de quien compone, quien interpreta, e incluso, quien escucha. Hoy les puedo decir, con toda seguridad, que ha sido una experiencia maravillosa; gracias al Coro he podido ver cómo, a cambio de tiempo, disciplina y esfuerzo, la música nos regala un punto de encuentro entre personas de todas las disciplinas, personalidades y creencias.  

Uno de esos momentos memorables con el Coro fue el miércoles 2 de agosto, ya que tuvimos la oportunidad de cantar en la final del concurso Cántale al Papa, en el cual se eligió el himno oficial para la visita del Santo Padre en septiembre. Para este evento, no solo nos reunimos todos los estudiantes pertenecientes actualmente al Coro, sino que se nos unieron varios graduados que en sus años de universidad habían hecho parte de este. 

“…la música es una compañera leal y expresiva que enriquece todo lo que hay a nuestro alrededor, nos permite encontrarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás.”

Fue un arduo proceso, lleno de estudio individual y trabajo de ensamble; en él, nuestra directora Magda Lorena Beltrán y el maestro Diego Claros —quien compuso la obra que cantamos— nos recordaban constantemente que la música es una compañera leal y expresiva que enriquece todo lo que hay a nuestro alrededor, nos permite encontrarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. 

Pese a que no ganamos el concurso, fue una experiencia extraordinaria que fomentó el crecimiento de cada uno de los que participamos. Ciertamente, la razón principal para estar en una universidad es el hacernos expertos en el saber que hemos elegido; no obstante, la vida requiere mucho más que eso. Son necesarios y altamente productivos estos espacios en los que nos divertimos y salimos de la rutina, en los que rompemos esa burbuja que se forma a nuestro alrededor cuando andamos siempre con personas de nuestra misma disciplina y con nuestros mismos intereses. Oportunidades como esta que acabamos de vivir los miembros del Coro nos enriquecen como personas, nos abren la mente hacia horizontes insospechados que permiten que pensemos en cómo entender cada vez más y mejor el mundo en el que estamos.