Entre robots y aulas de clase: Alumni profesora en Japón

Sandra Puentes, graduada del programa de Medicina en 2006, decidió llevar sus sueños, conocimiento y ganas de seguir aprendiendo a tierras japonesas. El país del Monte Fuji ha sido testigo del crecimiento de esta Alumni que está dejando huella.

Siempre había sentido un gran interés por la cultura nipona de Japón, es decir, aquella que mezcla la modernidad con la tradición. Por eso, en cuanto le surgió la posibilidad de irse para allá, no lo dudó.

“Vine a Japón gracias a un acuerdo entre las universidades de Gunma y de La Sabana. Inicialmente, fui como estudiante de intercambio por seis meses (los últimos del internado). Luego, estuve tres meses como estudiante de investigación y, en abril de 2007, inicié mi Doctorado en Neurociencias con el Departamento de Neurocirugía”, afirmó.

Hoy, Sandra es profesora asistente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Tsukuba, en la ciudad que lleva el mismo nombre. Aunque su situación es muy particular, pues es una médica que trabaja en ingeniería, asegura que ha puesto en práctica todos sus conocimientos: “En los últimos años, he logrado formar una redacadémica en ambas facultades, que me permite proponer proyectos interdisciplinarios en el campo bioingenieril”.

Nuestra graduada pasa sus días entre robots y aulas de clase. Por un lado, evalúa el movimiento después de eventos neurológicos, como infartos cerebrales o lesiones de la médula espinal, y los cambios motores asociados después de aplicar las intervenciones con exoesqueletos; y, por otro lado, dicta cursos para estudiantes de pregrado y posgrado.

“Nuestros pacientes entrenan con Hybrid Assistive Limb (HAL), que es un exoesqueleto que usamos para ayudar en el proceso de rehabilitación motriz. Este robot está diseñado para ajustarse al nivel de soporte que requiere cada paciente, en forma individualizada y dinámica durante la intervención”, aseguró Puentes. El país del sol naciente se caracteriza por tener una población muy trabajadora.

Para Sandra, “A veces llevan este deber al extremo”, pues mantienen largas jornadas laborales. Sobre las personas, considera que “Se cree que los japoneses son muy serios y que no sonríen, pero eso no es cierto. He conocido personas con ese perfil, pero también otras con un buen sentido del humor y amabilidad extrema”.

Nuestra graduada está buscando nuevos proyectos, con miras a expandir su propio laboratorio, pues desea seguir investigando problemas motores y encontrar estrategias para mejorar la calidad de vida de los pacientes neurológicos. Para Sandra, La Sabana es un “semillero de oportunidades” y recomienda, a todo el que pueda, buscarlas y aprovecharlas, así como ella.