"Cuando damos, recibimos mucho más"

¿Cada cuánto un estudiante de Medicina tiene la suerte de atender a un wayuu en su propio territorio, como parte de una misión humanitaria internacional?

Estudiantes participan en misión humanitaria internacional en La Guajira.

Las estudiantes se postularon a la misión para ayudar a la población vulnerable de Colombia.

Esta experiencia la vivieron tres estudiantes de la Especialización en Medicina Familiar y Comunitaria de la Universidad de La Sabana, al participar en la misión humanitaria dirigida por la Embajada de los Estados Unidos, acompañada por la Armada y médicos de ese país?.

La labor social comenzó cuando Ana María Escandón Barón, Juliana Rojas Rodríguez y Gloria Patricia González Perilla se subieron a un avión de la Armada Nacional en la base militar de Catam para encontrarse con los médicos especialistas del buque hospital USNS Comfort de la Armada de los Estados Unidos.

Las estudiantes se postularon a la misión para ayudar con sus conocimientos a la población vulnerable de Colombia, en respuesta a la convocatoria hecha "por parte de la embajada del país extranjero a estudiantes de las universidades con mayor prestigio nacional", explica el doctor Álvaro Romero Tapia, decano de la Facultad de Medicina.

"Las ganas de ayudar y de contribuir a disminuir la desigualdad de la población en Riohacha nos motivaron a hacer el voluntariado", menciona Ana María.

Antes de recibir a los pacientes, el equipo de la Armada adecuó dos colegios del centro de Riohacha para la atención en medicina, odontología, radiología, optometría y terapia física, y habilitó una farmacia.

Con todo listo, separaron al grupo de 60 voluntarios en los dos colegios y a las 7:00 a. m. empezaron las labores. "Los habitantes de Riohacha llegaban a una especie de triage, donde clasificaban su tipo de enfermedad y los dirigían a la especialidad indicada. Los equipos de valoración estaban compuestos por un médico especialista del buque y un voluntario, quien tenía la función de apoyar la consulta como traductor. Se atendían pacientes cada 10 o 15 minutos. Si el paciente requería un procedimiento mayor, como una cirugía, se trasladaba en un helicóptero hasta el buque, donde le realizaban el procedimiento”, explica Gloria Patricia.

El reto no solo se dio en el ámbito médico, además, incluyó un factor cultural, dado que, durante dos días, se recibió población de la comunidad wayuu. "Contamos con el apoyo de una traductora wayuu: ella nos traducía a nosotras y, luego, nosotras traducíamos esa información al inglés para explicarle al médico estadounidense la situación de salud del paciente. La experiencia fue muy interesante y pudimos conocer más de la cultura de nuestro país”, narra Gloria Patricia.

Por su parte, la estudiante Ana María cuenta la situación que presenciaron, haciendo énfasis en la realidad social: "Encontramos una gran cantidad de población wayuu vulnerable, con escasos recursos, niños con desnutrición y embarazadas sin controles prenatales”.

Hubo momentos difíciles: "A veces nos sentíamos maniatadas, ya que teníamos el conocimiento, pero no los medios para darles soluciones a los pacientes. Lo que podíamos hacer como estudiantes era dar consejería y explicarles en sus palabras las enfermedades que llevan mucho tiempo sin entender. Fue muy gratificante porque nos dijeron cosas como: ‘Doctora, gracias. No sabía el significado de la enfermedad, no sabía por qué debía tomarme los medicamentos ni las con- secuencias de no tomármelos”, relata Gloria Patricia.

La promesa del buque al arribar al puerto de Riohacha fue atender 500 pacientes al día. Al final de la misión, que duró cinco días, se registraron más de 6.000. Ante este resultado, las tres estudiantes volvieron a sus hogares con la satisfacción del trabajo bien hecho: "Mi mayor enseñanza fue que, cuando damos, recibimos mucho más", menciona Ana María. Juliana agrega: "Fue una experiencia única; además de ayudar a poblaciones vulnerables, tuvimos un gran crecimiento personal y profesional".